miércoles, 8 de mayo de 2013


Boquitas pintadas, Manuel Puig

Relaciones con el arte pop

La literatura de Puig es alternativamente moderna, vanguardista, kitsch1 o posmoderna. Esto implica que se resiste a los límites de las denominaciones precisas. En las novelas de Puig hay siempre mezcla, pastiche, collage, como formas peculiares de resolver un enfrentamiento que signa la cultura moderna: lo alto vs. lo bajo. Hay una barrera que separa la cultura alta de la cultura de masas en las sociedades capitalistas modernas (como “dos mitades” de la misma sociedad).
Ya desde el siglo XIX, la cultura de masas deja de ser un “opuesto” y pasa a ser un subtexto complementario (como por ejemplo, la novela Madame Bovary, de Gustave Flaubert (1857), en la que el detalle “inútil” de lo cotidiano se resemantiza, o resignifica, en las descripciones de la cotidianeidad, en el drama de esa mujer).
La cultura de masas se identifica, a la vez, con el género femenino; y esto genera resistencia en el mundo literario canónico, consagrado, moderno:
  • resistencia a la atracción seductora de lo masivo;
  • abstención del placer de tratar de satisfacer a una audiencia mayor;
  • supresión de todo lo que pueda amenazar las rigurosas demandas del ser moderno, de lo “alto”.
La resistencia a esta resistencia da origen al “pop-art” o arte pop, que está dispuesto a “democratizar” el arte por medio de un nuevo realismo que incorpora objetos, íconos y reproducciones del entorno cotidiano de consumo y les otroga un nuevo valor estético. Así se plasma el intento de reunir lo alto y lo bajo. El arte pop innova técnicas para destruir el aura de la obra de arte mediante la reproducción mecánica de clisés2 industriales de consumo, o la apropiación de técnicas del diseño gráfico y del comic; todo esto, para contrariar el énfasis moderno en la originalidad y la autorrealización artística.
En conexión con este estilo “kitsch”, la obra de Puig puede vincularse con la estética “camp”3. El camp es, asu vez, una sensibilidad estética que se aproxima a esta nueva posibilidad de conciliación de lo alto con lo bajo. El camp se vincula, no casualmente, con la emergencia de los movimientos feministas y andróginos, y al gusto homosexual. De ahí, en los '80, surgirá la noción de “posmoderno”.
La literatura de Puig es, en definitiva, una puesta en escena de las relaciones ambiguas entre la cultura alta y la cultura de masas. Las novelas de Puig narran dramáticamente la tensión cultural que tiende a separar lo bajo y lo femenino de lo alto y masculino.
Algunas operaciones plásticas del arte pop se ven en la narrativa de Puig:
  1. Una particular selección de objetos que lleva a convertir el estereotipo en objeto único: del clisé al ícono, de lo común a lo extraordinario. Puig eleva lo banal a la categoría de arte, y de este modo pone en cuestión los límites entre lo estético y lo no estético, como por ejemplo, en la reelaboración artística del lugar común lingüísticamente hablando (las cartas de Nené, la agenda de Juan Carlos, las cartas de lectores de la revista sentimental...); de géneros populares (la carta familiar, la agenda, las revistas sentimentales, los epígrafes de fotografías familiares); del imaginario de la canción popular (los epígrafes de cada entrega, los títulos de ambas partes, el título mismo de la novela Boquitas pintadas, todos pertenecientes a letras de tangos y boleros muy escuchados en las décadas del '30, '40 y '50), y sobre todo del cine de Holliwood de los años '40 y '50. También Puig se apropia de los códigos formales del comic (dibujo de contorno marcado ,preciso, con colores básicos) para diseñar los perfiles de sus personajes (descripción “dibujada” de personajes como Nené, Mabel...), de la publicidad descriptiva y apelativa, y de los códigos cinematográficos, para armar la estructura narrativa.
  2. En cuanto a la selección de motivos y temas, al igual que Lichtenstein4 en su pintura, Puig elige estereotipos cristalizados de los roles sexuales propios de la cultura de masas: figuras femeninas glamorosas (Mabel), mujeres vulnerables víctimas de desencantos amorosos (Nené), y figuras masculinas complementarias, héroes viriles, galanes mujeriegos -Juan Carlos-, donjuanes). Pero al mismo tiempo cuestiona estos estereotipos culturales mediante una distancia crítica que los interpela con fuerza desde esas mismas representaciones y mitos del consumo (por ejemplo, hay una mirada crítica, paródica, de los clisés convertidos en íconos por la publicidad, para marcar el poder de la publicidad o de la historieta en la creación de un imaginario femenino).
  3. En cuanto a los procedimientos narrativos, Lichtenstein decía: “Quiero ocultar la huella de mi mano”, y usaba técnicas de reproducción como el calcado, el recorte y el collage, la ampliación y la distorsión de la imagen en la tela de proyección; todo esto para marcar la oposición con los exabruptos emocionales de las imágenes del comic, que de este modo contrastan con la objetividad -la distancia- de la técnica de reproducción. Y Puig hace lo mismo: borra la marca personal de autor mediante la reconstrucción o transcripción de voces anónimas en una especie de “pastiche” o collage de distintos géneros discursivos: incluye procedimientos como el fluir de la conciencia (entrega octava), la notación obsesiva del detalle (intervenciones del narrador con focalización externa entre las cartas deNené, en las primeras dos entregas), para oponerse al desborde sentimental y subjetivo de la primera persona en las cartas, las agendas o diarios íntimos, y que se contrapone con un narrador omnisciente, casi decimonónico (décimotercera entrega). Aquí se lee la tensión entre modelos literarios prestigiosos de la tradición moderna y la emergencia de la subjetividad y las formas degradadas por la modernidad.
  4. Hay en Puig también un intertexto casi exclusivamente cinematográfico, que se vincula con su intento de reunir las dos mitades culturales (el cine es de consumo masivo, la literatura prestigiosa no).

En síntesis, Puig presenta en Boquitas pintadas la vida de un pueblo de provincia en las décadas del '30 y del '40, con cierto aparente glamour de la nostalgia, la cultura de masas y la utilización del mal gusto. No es que Puig sea kitsch, sino que pone a funcionar el mal gusto en su literatura, y así, lo “estetiza”.
1Kitsch: Este término, de origen alemán, define al arte que es considerado como una copia inferior de un estilo existente. También se utiliza el términokitsch en un sentido más libre para referirse a cualquier arte que es pretencioso, pasado de moda o de muy mal gusto.
2Clisé: Este término (tomado del francés cliché) se refiere a una frase, expresión, acción o idea que ha sido usada en exceso, hasta el punto en que pierde la fuerza o novedad pretendida, especialmente si en un principio fue considerada notoriamente poderosa o innovadora. El "cliché" se aplica también para casi toda situación, tema, caracterización, tipo de discurso u objeto –es decir, toda señal– que se ha convertido excesivamente familiar o del uso común.Debido a que la novedad y la frecuencia en el uso de una expresión varían según tiempos y lugares distintos, el hecho de que un cliché pueda ser denominado como tal depende en su mayoría de quién lo use, del contexto en el que es empleado, o de quién está emitiendo la afirmación.El significado de un cliché en particular puede variar con el tiempo, implicando generalmente confusión o un uso incorrecto. También puede generar connotaciones políticas e ideológicas

3Camp: El Camp (del francés, “se camper”, posar de modo exagerado)es una estética en que basa su atractivo en un valor irónico o un cierto mal gusto.Cuando apareció el término, en 1909, se utilizaba para referirse a comportamientos ostentosos, exagerados, afectados, teatrales o afeminados. Hacia mediados de la década de 1970, el término se definía como banalidad, artificio, mediocridad u ostentación tan extrema como para provocar un atractivo sofisticado. Es decir, enfatiza el artificio, la frivolidad, la clase media naif, la presuntuosidad y el impacto como elementos clave.

4. Roy Fox Lichtenstein (Nueva York, 27 de octubre de 1923 – Nueva York, 29 de septiembre de 1997), pintor estadounidense de arte pop,artista gráfico y escultor, conocido sobre todo por sus interpretaciones a gran escala del arte del cómic.



Más sobre Boquitas pintadas, de Manuel Puig


Boquitas pintadas es una novela polifónica, en la que la presencia de las múltiples voces de Coronel Vallejos marca la ausencia de un sujeto trascendente; hay una ausencia de “marca de autor”, de estilo propio, que se expresa justamente en los heterogéneos estilos que esas voces presentan (la voz periodística de la revista Vecindad, con sus circunloquios cursis –primera entrega-; la voz de Nené, cargada de un lenguaje anacrónico y “poético” y, al mismo tiempo, cercano a lo vulgar –en las cartas, en el monólogo interior, en sus diálogos con la Raba y Nené-; la voz policial, fría y distante, cargada de tópicos del ámbito policial, que aparece en los informes –duodécima entrega-; la voz profesional de los informes médicos –octava entrega-; la voz melodramática y femenina de la revista sentimental –tercera entrega-; la voz varonil y descuidada de Juan Carlos –tercera entrega-; la voz franca y vulgar de la Raba –décima entrega-; la voz femenina, seductora y desprejuiciada de Mabel –décimo tercera entrega; la voz mentirosa y también algo vulgar de Celina encubierta en doña Leonor –entrega décimo quinta-; las voces melodramáticas del radioteatro –entrega décimo tercera-, etc.)
A su vez, es una novela paródica porque plantea varias rupturas con los cánones narrativos:
- Ruptura del tono romántico folletinesco: tanto la trama como los personajes tienen una “vuelta de tuerca” que los convierte en parodia de los estereotipos.
- Ruptura de la linealidad cronológica propia del género folletinesco.
- Ruptura de la univocidad propia del narrador omnisciente: pueden verse a lo largo de la novela cuatro tipos de “relatores”: el documentalista o copista, cuya voz no se explicita porque lo que hace es citar, “pegar”, armar un collage o pastiche con las cartas, los artículos de revista, los informes; el acotador, que añade información después de esas cartas o informes, de manera objetiva; el clasemático u ordenador, que brinda el más mínimo detalle y ordena, pone fechas (como en las entregas donde hay relato análogo o en paralelo); y el narrador subjetivo de la décimo tercera entrega, en perfecta imitación del narrador folletinesco. Este último también aparece en las preguntas retóricas del final de la entrega séptima.

En Boquitas pintadas se distinguen modalidades o procedimientos narrativos oscilantes: toda la novela está constituida por un collage o pastiche de géneros insertados: cartas, descripciones de fotografías, artículos de revistas, avisos fúnebres, informes médicos y policiales, conversaciones implícitas, conversaciones con acotaciones del pensamiento, monólogo interior, fluir de la conciencia, citas de boleros y tangos…

Todos estos rasgos hacen de esta novela una parodia del folletín, porque lo melodramático no hegemoniza la “narración”.

Un párrafo aparte merecen los epígrafes de las entregas. Todos ellos son citas de letras de tangos y boleros muy escuchados en las décadas del ’30, ’40 y ’50, y con su tono nostálgico guardan una correspondencia casi literal con lo que enuncia cada parte que encabezan; además, consolidad una organización externa en capítulos. En estas citas puede leerse también cierta “estratificación” de los productos culturales “chic” o elegantes, y los más populares. El bolero es un género respetable, si no “chic”, pues lo introducen cantantes extranjeros mejor valuados que los nacionales, y porque sus letras dicen “muchas verdades” (Mabel escucha boleros). Así queda estratificado con “lo alto”. El tango es más “bajo”, menos “chic” (la raba es quien los escucha). De ahí que el tango quede estratificado en un rango social más bajo. Sin embargo, los tangos de Lepera tienen un tono más lírico, son más elegantes; el tango, así, “asciende” en la escala social. Pero ambos géneros forman parte de los productos culturales de consumo masivo.

En la décimo tercera entrega hay una puesta en abismo: escena cuyo contenido “duplica” lo que sustenta la novela. Es la inclusión del capítulo del radioteatro que escuchan Mabel y Nené. Mabel es fiel seguidora de ese género, y le explica la trama a Nené, quien lo discute como si fuera la vida misma (la aceptación y el amor de la heroína son analizados por Nené como si fueran hechos de la realidad, como si existiera ese personaje en la vida real; de hecho, ella se compara con esa heroína). En el radioteatro ocurren hechos paralelos a la vida de Nené; pero en realidad, se trata de una ficción en segundo grado (ficción dentro de la ficción, que sintetiza y “refleja” la ficción de primer grado). En ese episodio están presentes todos los tópicos del melodrama. Pasión y patriotismo, amor deslumbrado y dominio masculino, todo esto convive de manera kitsch: la predictibilidad de las acciones y asociaciones, el lenguaje anacrónico y “poético” pero vulgar, la acumulación de sinestesias (sonido de violín, campo de batalla, cuerpo herido –pasión, dolor, miedo-, “el aire rosado del alba”, etc.) aparecen en una combinación de mal gusto estetizado propia del carácter paródico de este texto.

Por último, se observa en la novela una estructura “espejada” o simétrica: el texto se abre y se cierra con avisos fúnebres, más las cartas en orden inverso. Esta inversión pone en contacto muertos con una sincronía que marca los vacíos: más de veinte años entre la muerte de Juan carlos y la de Nené, más de treinta años desde el comienzo de esa relación; y las cartas quemándose, solo rescatando las frases que encierran la felicidad que nunca alcanzaron los personajes. Pero las cartas logran lo que los cuerpos no hacen: se unen.

Los ejes temáticos reconocibles en Boquitas pintadas pueden ser analizados como una interpelación o cuestionamiento a un sistema de oposiciones que se refleja ya entre el ser y el parecer, o entre la hipocresía y la franqueza; entre el éxito y la frustración; entre lo alto y lo bajo; y todos estos temas están atravesados por la nostalgia de algo que ya no es posible.


6 comentarios:

  1. Hola me pueden como aparece en la novela lo camp?

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  2. Aparace al introducir los cursi de la clase media en la novela. De este modo lo superficial y banal se convierte en arte al ser incorporado a la obra literaria

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Alguien me puede decir porque la novela boquitas pintadas es vanguardista??? Puede alguien explicarmelo??

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  5. Me pueden decir a qué narracion pertenece?, porque son raras
    las formas!

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